Frases de Enrique Lihn





Frases de Enrique Lihn




No se dirige a nadie el corazón pero la que habla sola es la cabeza; no se habla de la vida desde un púlpito ni se hace poesía en bibliotecas.



Equilibrio inestable de la tinta y la sangre que debes mantener de un verso a otro so pena de romperte los papeles del alma.



Su ayuda es mi sueldo. Su sueldo es la cuadratura de mí círculo, que saco con los dedos para mantener su agilidad. Su calculadora es mi mano a la que le falta un dedo con el que me prevengo de los errores de cálculo.



Si se ha de escribir correctamente poesía en cualquier caso hay que tomarlo con calma. Lo primero de todo: sentarse y madurar.



Quien nos reduce a sombras en la sala de juego es una sombra él mismo menos libre que otras, una condensación de absurdos personajes algo como el horror de un álbum de familia.



Tendría que empezar a ser de nuevo para aceptar el mundo como si no fuese solamente lo único que conservo de ti.



No es lo mismo estar solo que estar sin ti, conmigo, con lo que permanece de mí si tú me dejas.



De todas las desesperaciones, la de la muerte tiene que ser la peor ella y el miedo a morir, cruz y raya cuando ya se puede pronosticar el día y la hora.



¿Nunca fue la palabra un instrumento?



Si se ha de escribir correctamente poesía, no basta con sentirse desfallecer en el jardín, bajo el peso concertado del alma o lo que fuere y del célebre crepúsculo o lo que fuere.



Quienes insisten en llamar a las cosas por sus nombres como si fueran claras y sencillas las llenan simplemente de nuevos ornamentos.



El genio del sueño es un omnipotente arquitecto.


Ahora sí que tú y yo estamos más lejos uno del otro que dos estrellas de diferentes galaxias.


Como si el sueño fuera escrito en estrofas regulares, cada nocturno despertar significa el reacomodarse del cuerpo a su idea fija: que el enemigo monta guardia en él.


...Cuántos años aquí, pero en fin, tú eres joven: de otro, serás de otro, como antes de mis besos.


Ahora sí que te dimos en el talón. La muerte de la que huyas, correrá acompasadamente a tu lado. Buenas noches, Aquiles.


daniel rojas pachas

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