Los últimos poemas de Enrique Lihn


El escritor culminó su obra con Diario de muerte, en el que enfrenta la extinción desde su lecho de enfermo terminal. Poemas tremendos y hermosísimos que ahora se reeditan en la colección de la UDP, con un iluminador prólogo del mexicano Christopher Domínguez Michael.

Enrique Lihn fue un poeta-crítico, dice Christopher Domínguez Michael, que tuvo la obligación moral de ser inteligente; hizo una "poesía situada", señalan los compiladores de sus últimos poemas, Adriana Valdés y Pedro Lastra, pues escribía de acuerdo a las circunstancias vividas. Ese deber de pensar intensamente en el lugar en que se está se encarna hasta las últimas consecuencias en su Diario de muerte, escrito entre abril y junio de 1988 (días antes de morir, el 9 de julio), uno de los libros más sobrecogedores de la poesía chilena.

Esta edición incluye algunos textos manuscritos, además de un par de reproducciones de pinturas a los que se refieren los poemas. El prólogo del mexicano Domínguez Michael permite comprender la obra poética de Lihn en relación a su trabajo intelectual y también teatral o de juglar, encarnado en su alter ego Gerardo de Pompier, para englobar una postura ética y estética, además de su relación con la tradición. "Con Gabriela Mistral, Lihn toca tierra y con Nicanor Parra toma aire", escribe Domínguez. "Si la agitación experimental, el bullicio patafísico y callejero pudiera parecer lo esencial, la atracción magnética por Mistral nos devuelve a la gravedad emotiva del Lihn más doméstico. El admira en la poeta de Tala y Lagar la desdramatización del hablante, camino que lo lleva a la heteronimia. Uno creería que éste encarna la despersonalización absoluta, pero paradójicamente es a través de Gerardo de Pompier donde el poeta se permite sus mayores libertades".

Domínguez observa que este poeta encontró en su propia extinción una pureza moral, una lucidez lírica: "Los pensamientos no lloran/ no se conduelen de sus objetos/ tampoco deben ser pensados como auxiliares de la razón contra la locura", escribe Lihn. El que piensa a la muerte templa la desesperación ante su banalidad hospitalaria junto a la total falta de un cumplimiento existencial: "Viciada espera la muerte a sus nuevos amantes/ acicalada hasta la repugnancia, y los médicos/ son sus peluqueros, sus manicuros, sus usurarios usuarios/ la mezquinan, la dosifican, la domestican, la encarecen/ porque esa bestia tufosa es una tremenda devoradora". Sólo le pide a la medicina morir sin dolor y ver a la muerte como "casual admirador que lo ha hecho todo por aceptarla".

Esta nueva edición se suma a la recolección de Lihn que ha emprendido la editorial de la Universidad Diego Portales: ha publicado El paseo Ahumada, La pieza oscura, Una nota estridente, Poesía de paso, además de una extensa compilación de sus textos críticos sobre arte. Esta biblioteca Lihn se completará en el futuro con los libros La aparición de la Virgen y París, situación irregular, hoy prácticamente inencontrables, además de un libro biográfico a cargo de Roberto Merino.

Diario de muerte

Enrique Lihn

Ediciones UDP, 88 págs.




daniel rojas pachas

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