ENRIQUE LIHN y sus cartas escritas desde El horroroso Chile [LuchaLibro]
Fuente Original: http://luchalibrola.com/blog/2012/12/12/enrique-lihn-y-sus-cartas-escritas-desde-el-horroroso-chile/
“Siempre me he quedado con la incertidumbre de qué hubiera pasado si me hubiera ido, porque muchos escritores de mi generación lo hicieron. Yo he viajado, pero nunca me quedé. A pesar de que no existió ese exilio formal, pienso que los escritores hispanoamericanos vivimos en un exilio interior” le escribe a su amigo Pedro Lastra en una de las sesenta cartas rescatadas en QUERIDO PEDRO lanzado esta semana por Das Kapital.
“Nunca salí del horroroso Chile”, es uno de los poemas más célebres-y recurridos- de la poesía nacional. Enrique Lihn lo escribió en 1978 en Nueva York -obtuvo una beca Guggenheim- y terminó incluyéndose en A partir de Manhattan. Un viaje que, por cierto, no lo ayudó a desarraigarse del “eriazo remoto y presuntuoso”. Porque tuvo que regresar al país y le escribió sus planes a su amigo Pedro Lastra, en una carta fechada el 5 de abril de 1983:
El
propósito es conseguir algo fijo en NY, lo más cerca posible de
Manhattan si no se puede en la isla misma ¿Qué crees tú? El Bard
College o Columbia o la Universidad de NY serían los ideales, en
cualquier caso no quiero seguir en Chile, dando la hora, lejos de todo
lo que me gusta: museos, cine, etc. Y de las oportunidades literarias
que uno se pierde en gran medida aquí sino del todo. Aquí no me pasa
nada en esos aspectos. Ningún proyecto ha prosperado en los últimos
años ni nunca: la revista, los fascículos, el libro (mirómetro) con
Cacho [Gacitúa], mis colaboraciones para revistas, nada. Sólo tengo la
Universidad con un sueldo devaluado hasta la pobreza, en el país de la
cesantía y la miseria, que se perpetuarán por decenas de años.
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QUERIDO PEDRO. Cartas de Enrique Lihn a Pedro Lastra. Edición de Camilo Brodsky. Incluye 10 dibujos de Enrique Lihn. Das Kapital, 2012. Santiago. 122 páginas.
La
misiva es recuperada junto a otras sesenta en QUERIDO PEDRO, una
cuidada compilación de documentos escritos por Lihn entre 1967 a 1988,
año de su muerte y que fueron depositadas por Lastra en el Archivo del
Escritor de la Biblioteca Nacional. Sin dejar de sorprenderse, el amigo
de Lihn le adelantó dos cosas al editor Camilo Brodsky: “La
primera, que la edición tendría que ser autorizada por Andrea Lihn,
porque la carta tiene el mismo estatuto qQue un original y quien la
recibe no detenta sino la categoría —en este caso muy afortunada— de
destinatario”, escribe Lastra en la presentación del libro.
“La segunda advertencia fue más
bien una puntualización: el hecho de que estas cartas no tienen
especialmente intenciones literarias, más allá de las que suelen
animar a practicantes comprometidos en estos asuntos, aunque por ser
tales aparezcan a menudo connotaciones de esa especie: noticias,
encargos, proyectos, comentarios y opiniones”.
Y es precisamente ese carácter íntimo, espontáneo y, sin duda, urgente de las cartas de Lihn lo que permite re-conocerlo. “Estuvimos
de acuerdo en que esa escritura espontánea y familiar, por así
describirla, revela rasgos del carácter de E.L. desconocidos para
quienes lo vieron en otras situaciones. Episodios como el de la
búsqueda de un viejo libro que su amigo necesitaba y la presteza para
cumplir tal encargo, por ejemplo, demuestran esa voluntad de servicio
siempre movida por la afectuosa consideración, y a la cual le cuadra
mejor que ningún otro el calificativo de fraternal”, escribe Lastra.
Brodksy lo define como una forma de
entrar al autor “Por una ventana que hace años dejaron entreabierta él
y su entrañable Pedro Lastra; entrar y encontrar a Enrique Lihn en toda
su magnitud, hallando además a otro Lihn, uno que ha permanecido más
bien oculto a los ojos de quienes no se contaron entre sus cercanos, sus
amigos, sus amores, sus discípulos”.
Y
este ingreso al Planeta Lihn nos depara, además de su adorado Nueva
York, escalas en París, Lima, La Habana y Madrid. Lugares donde supo
defenderse y aprender los rigores de un exilio interior que fue motor en
su obra. También la derrota: su novela, La orquesta de cristal fue
rechazada en Francia. Según él, a consecuencia de su denuncia del caso Padilla que dejó a los cubanos más que enojados. Pero en QUERIDO PEDRO
también hay optimismo, lecturas, escritores -desde Nicanor Parra hasta
Cristián Huneeus y su célebra Departamento de Estudios Humanísticos, un
puñado de dibujos suyos, enfermedad y pellejerías como esta, fechada el
11 de diciembre de 1977.
Como
voy a estar solo en N.Y., con mi maldita falta de idioma, te voy a
pedir que recibas tú mi correspondencia, y que de ser posible me
indiques en lo que respecta a habitáculo en la ciudad misma, algo más
económico que la vez pasada, pues tendré que hacer durar la beca todo
lo que se pueda hasta dar con una pega
También hay problemas en el trabajo, gracias a la infinita red de presiones de Pinochet, esta carta es del 20 de marzo de 1981
(…)
voy al grano, el CNI visitó al decano para decirle que se me seguía
un proceso por escribir un poema insultante contra “El Ejército” (…)
Hablé (por teléfono con el decano) y supe, a través de una
conversación tensa y antipática, que mis bonos estaban por los suelos:
no reconoció haber hablado con el CNI —su teléfono parece estar
interferido— pero me dijo que mi “proceso” se substanciaba en la Casa
Central [de la Universidad de Chile]. Total, estoy prácticamente
suspendido y virtualmente detenido, probabilidad que no parece plausible
pues hay ya decenas de profesores exonerados o suspendidos, una sesión
de tortura —con perdón por la frivolidad— me vendría muy mal para el
sistema cardíaco; “la transición política hacia la normalidad” se
presenta con las características post Reagan que cabía esperar, los
señores de la guerra han triunfado en toda la línea.
“Los poetas somos intrínsecamente resentidos”
Estremece un poco, ver al autor de El Paseo Ahumada
tan empeñado en obtener un trabajo que le permita abandonar las
preocupaciones. Pero también la falta de un reconocimiento artístico que
-seamos sinceros- se lo merece desde siempre. ¿Cómo no adherir a él,
especialmente cuando se da cuenta que hay personas mas interesadas en
hablar de si mismas? Eso le pasó con Nicanor Parra, como escribe el 13
de abril de 1988:
Sólo
[Raúl] Zurita aparece —iba a decir brilla— en diarios y revistas. Ahí
empieza o termina la poesía para los chilenos. Nicanor [Parra] mismo
trabaja o no en la oscuridad. No lo he visto. Mi aprecio por su trabajo
—con altibajos— es el mismo, aproximadamente el mismo de siempre, es un
decir, pero aunque nos divertimos y entendemos bien, nuestros encuentros
son muy espaciados y no deliberados. Me cansa la idea de oírlo hablar
de sí mismo. Él se adelanta en lo que uno va siendo y lo exagera. Es
un brillante espejo apremiante, de verdad y de vicio.
Los poetas somos intrínsecamente resentidos.
Y uno
quiere que Lihn nos siga hablando a través de sus cartas a Lastra. Que
el doctor Söhrens que lo trata, haga algo por salvarlo del cáncer, pero
sabe que queda poco. Algunas páginas nomás. Y su un libro de
correspondencia logra hacer hablar a alguien desde lo cotidiano -y desde
la rabia, la frustración, amor o resentimiento- es señal que estamos
ante algo extraordinario. Un golpe al lector que se vuelve mayor cuando
leemos en otro texto introductorio del libro, “Desde el solar del
extranjero” de Jaime Pinos.
“Un año antes de morir, Lihn viaja a España. Desde Madrid, le escribe a Lastra estas palabras:
¿Creerás que echo de menos Chile o algo que me pasa allí? O la
decisión de volver crece ese espejismo. ¿Y esa decisión de dónde
sale? ¡Nunca salí del horroroso etc.! Ni ese ni sus viajes
anteriores, momentos de un momento, pudieron desarraigar a Enrique Lihn
del remoto y presuntuoso. Su relación con este país fue una relación
doble, como la de todo exiliado: compromiso y distanciamiento.
Traté
de instalarme afuera, pero nunca pude. Siempre me he quedado con la
incertidumbre de qué hubiera pasado si me hubiera ido, porque muchos
escritores de mi generación lo hicieron. Yo he viajado, pero nunca me
quedé. A pesar de que no existió ese exilio formal, pienso que los
escritores hispanoamericanos vivimos en un exilio interior, dice Lihn en la entrevista con Piña.
Nos
quedaremos todos con la incertidumbre de qué hubiera pasado si Enrique
Lihn se hubiera ido. Pero Lihn se quedó. De eso hablan estas cartas
enviadas a su amigo Pedro Lastra, desde el solar del extranjero”Querido, Enrique, desde este -aun- horroroso Chile te celebramos [LL]
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